Mario Benedetti: Vivir adrede
a un amigo
Patria
La patria es como el arroz: germina en todas partese, así sea con océanos de por medio.En el exilio uno suele hallar patrias en pedacitos. Recuerdo que hace unos cuantos años, en una modesta taberna de Heidelberg, apareció de pronto un veterano con un acordeón y la emprendió nada menos que con La Cumparsita. Tuve que hacer un denodado esfuerzo para no enfrentar a aquel público germano con un papelón de lágrimas.
La patria es un territorio pero también es un fantasma que se aparece por las noches, ya sean éstas de Atenas, de Sevilla, de Tegucigalpa o de Brasilia. Uno estira los brazos para alcanzarlo, pero el fantasma patrio abre los postigos de sus alas y nos deja extranjero por un largo minuto.
Precisamente entonces puede llegar un rostro tan desconocido como familiar, y uno lo reconoce por sus vivos ojos de Salto o de Tacuarembó, convertidos ahí no más en fanales patriótricos que vienen de lejos o están aquí al lado, sufragando de a poco nuestras arduas preguntas.
Hay orillas donde la patria viene en olas y hay visiones donde la patria es un paisaje.
Aun la fealdad de una patria tiene su inexorable belleza y también su obligada tristeza incluye una alegría.
A veces, lindas veces, la patria se vuelve una mujer y nuestro patriotismo erótico sale a su conquista. Es por eso que la patria puede ser dos cuerpos tiernamente enlazados y tal vez de esa unión nazca una patria niña.
La patria no siempre tiene cuerpo pero no hay duda de que tiene alma. De ahí que esos gobernantes que tienen la indecente y maldita costumbre de invadir pequeñas e indefensas patrias , sean simplemente unos desalmados.
Brano tratto da Vivir Adrede –Seix Barral Biblioteca Breve
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