Mario Casasús
La Jornada de Morelos
16/07/2007
¿Lavado de dinero del narcotráfico en la Fundación Neruda?
Es una línea de investigación que descuidé hace dos años, al publicar en exclusiva la evasión fiscal por 250 mil dólares, mediante boletas de honorarios falsas, situación que la Fundación Neruda no pudo desmentir. Diez días después de mi nota (La Jornada Morelos 11/08/2005), me concedieron la renuncia del entonces director ejecutivo, Francisco Torres (La Tercera 21/08/2005). Deseché los trascendidos sobre los hábitos personales y el consumo doméstico de drogas que acostumbran ciertos personeros de la Fundación, me pareció irrelevante comparando los antecedentes delictivos de su nuevo albacea: el pinochetista Ricardo Claro. El hecho de la evasión fiscal, por sí mismo era digno de llamar la atención del gobierno de Chile; creí que al denunciar el “enaltecimiento del terrorismo” con la inversión de 2.3 millones de dólares de la Fundación Neruda junto a Ricardo Claro las cosas se revertirían. Pero el Estado chileno ha sido rebasado por Ricardo Claro sistemáticamente: desde el 12 de septiembre de 1973 ya asesoraba a Pinochet en la cartera más importante, la de Relaciones Exteriores; Claro facilitaba dos barcos como centros de tortura y en sus ratos libres de civil organizó el golpe fascista contra la Unidad Popular. Ricardo Claro, el amigo de Kissinger (a quien le propuso invadir Cuba en 1976), y al mismo tiempo, Claro, enemigo de Sebastián Piñera (cómo olvidar la humillación que hizo pasar al ex candidato presidencial con el espionaje del Caso Kioto en Mega TV).
En mi país, Ricardo Claro decide la política editorial en Televisa (accionista y siete años en su Consejo de Administración, donde sólo son convocados el club Forbes: Carlos Slim, Roberto Hernández o la familia Azcárraga); por lo tanto, la doctora Michelle Bachelet durante su primera gira oficial a México se hizo acompañar por Ricardo Claro, en el papel de relacionista público. El periódico oficialista La Nación publicó: “La agenda de Bachelet continuará hoy con un encuentro empresarial binacional que reunirá a destacados empresarios chilenos como Ricardo Claro, con sus pares mexicanos” (21/04/2007). Ahora todo queda Claro. Neruda muere intestado, de cáncer y tristeza fulminante en 1973. La dictadura de Pinochet ya tenía planes a largo plazo para administrar los recursos del poeta. Desde la década de 1950, cuando eran estudiantes universitarios, Ricardo Claro tiene de empleado a Juan Agustín Figueroa y en democracia ha sido aprovechado para lograr acuerdos con la Concertación. En 1986, la Fundación Neruda adquiere personalidad jurídica como mascarón de proa del neoliberalismo, obviamente la dictadura dejó trabajar a un hombre de su confianza como J. A. Figueroa y para el Centenario en 2004, nos engañó a todos, con la recuperación poética y memorística, al punto de ceder el nombre al Premio Neruda y apoderarse de él. Los poetas José Emilio Pacheco, Juan Gelman, Carlos Germán Belli y Fina García Marruz, de reconocida trayectoria literaria e identificados a la izquierda, fueron tergiversados cuando Juan Agustín Figueroa se tomó la foto oficial del Premio Neruda cada año o les anunciaba por teléfono la buena nueva, o los invitaba a un cóctel en La Chascona para subir la nota a las agencias de prensa. La culpa no es de los poetas, sino del gobierno chileno. He insistido con el Jurado del Premio Neruda, en el sentido de que se haga una declaración pública para evitar que Juan Agustín Figueroa se adjudique el protagonismo, pero no he obtenido resultado.
A destiempo le informé a Jaime Concha y Hernán Loyola (jurados en 2004 y 2005) y en 2006 la escritora Margo Glantz sencillamente no me dio credibilidad alguna y mejor le hizo caso a los funcionarios cuando le dicen que “todo está bien en la Fundación Neruda”. Al año siguiente, participó como jurado el escritor Roberto Fernández Retamar, quien ante mi pregunta declaró: “siento un alivio de conciencia cuando me informaron que el Premio Neruda lo otorga el gobierno y no la Fundación”, pero la poeta cubana Fina García recibió la llamada telefónica de J. A. Figueroa para anunciarle el Premio y seguramente será invitada a La Chascona a un elegante cóctel. Espero que ella lo reciba bajo protesta (con el argumento de que el albacea de la Fundación Neruda, Ricardo Claro, le propuso a Kissinger invadir Cuba en 1976) y que tanto José Emilio Pacheco, Carlos Germán Belli y Juan Gelman tomen una postura política, ante un “Premio político” con el que se reivindica J. A. Figueroa, vía gobierno de Chile, siendo parte de la Concertación mediante el derechista Partido Radical. Había síntomas de la descomposición política de J. A. Figueroa. La Ley Antiterrorista, aplicada contra la comunidad mapuche, fue desempolvada, pues ya ni la dictadura la utilizaba: fabricación de delitos, testigos con el rostro oculto. Todo el peso del Estado contra los pueblos originarios del Sur.
¿Presos políticos en democracia?
La Dra. Bachelet declaró en Suiza que los mapuches “cometieron delitos”. Para ella mapuche es sinónimo de terrorismo, pero ¿qué hacía la Fundación Neruda el día que se encarcelaba a los mapuches Pascual Pichún y Aniceto Norin? A título personal J. A. Figueroa, mediante tráfico de influencias, logró desbaratar el estado de derecho de un país al aprovecharse del marco legislativo de la dictadura con el primer caso de Ley Antiterrorista. Hace 5 años, exactamente el día de la sentencia, Figueroa entregaba el Premio Neruda 2003 (versión local y predecesora del de 30 mil dólares para autor consagrado) a Jaime Huenún; la culpa no es de él. Pero el poeta era mapuche, como parte del trabajo mediático y político de Figueroa, encarcela por terroristas e impulsa el acoso contra los mapuches y el día de la resolución judicial entrega el Premio Neruda 2003 a un mapuche.
¿Y el Estado chileno?
Deja que todo pase: la ley antiterrorista, la evasión fiscal, la falsificación de libros nerudianos, la inversión con el terrorista Ricardo Claro. Ni Mariel Bravo, agregada cultural de la Embajada chilena en México, ni mucho menos Paulina Urrutia, ministra de Cultura, están dispuestas a romper el ciclo vicioso al interior de la Fundación Neruda, por diplomacia y en defensa del estatus quo. El día que incendié (literalmente y con gasolina) una Antología de Neruda falsificada por Edaf/PP en el escritorio de J. A. Figueroa, estaba la ministra y la prensa chilena. Sospecho que su intervención impidió una orden de arraigo en mi contra; Paulina Urrutia dijo sentirse “rehén de la situación”, que no entendía mi actitud, “no se puede hacer como que aquí no pasó nada, ya que en Chile no se quemaban libros desde dictadura”. Sé que el asesor de la ministra, el periodista Willy Haltenhoff, le entregó un informe por escrito de las razones del performance, pero a la fecha no he recibido otro gesto de buena voluntad del gobierno chileno. A Mariel Bravo la conocí en la Feria del Libro de Guadalajara 2004, hablamos de la falsificación de Edaf, le dejé el periódico El Universal de México donde publiqué la noticia en primera plana cultural (24/10/2004) y dos años después volvimos a hablar. Ella dice: “tienes que entender que para nosotros no es fácil abordar el problema de la inversión de la Fundación Neruda; sí, leo todos tus correos y notas, pero bueno lo de la antología de Edaf, yo apenas estaba bajando del avión en 2004 con mi nuevo compromiso de agregada cultural en México”. El secretario ejecutivo del Consejo del Libro, Jorge Montealegre, me dijo extraoficialmente: “estoy estudiando con los abogados del Consejo del Libro la forma de editar la Antología Popular 1972 de Neruda sin los errores de Edaf, si el libro perteneció al Estado chileno, no veo por qué dejarla en manos de particulares”. Al menos me queda la pequeña victoria en Madrid, cuando la prestigiada Agencia Balcells certificó mi investigación y pidió a Edaf que retire de circulación su Antología póstuma y ante cualquier reedición Edaf debe arreglar su error (Informe interno de la Agencia Balcells, 4/05/2006).
El patrimonio cultural robado por las mismas manos
El 27 de mayo, publiqué una entrevista con el escritor y académico Jorge Aravena Llanca con la historia del embarque de libros propiedad del entonces embajador Neruda en París; es sabido que el poeta al recibir el Nobel (1971) compró una casona en Normandía y el resto de la plata fue a dar en colecciones bibliófilas francesas, españolas y americanas. Matilde Urrutia denunció: “Cuando llegaron mis containers a Valparaíso, pasó algo desusado, fuera de toda ley. Sacaron mis bultos de la aduana y los llevaron a un recinto militar… lo más doloroso fue el saqueo de los libros, me dejaron muchas colecciones incompletas. Los libros más valiosos se perdieron” (Memorias; Seix Barral, 1986, Pág. 207). Lo que Matilde Urrutia no sabía es que Neruda todavía no moría y Juan Agustín Figueroa ya andaba vendiendo la colección de libros en Alemania, el embarque fue interceptado en Valparaíso (en 1973) por los militares, posteriormente se “legalizó el lote” y los libros regresaron a Europa para ser vendidos finalmente en el Museo Reina Sofía de Madrid.
¿El Estado chileno pedirá una explicación a la Corona Española?
En el Caso Fundación Neruda, el ministerio de Justicia dictaminó la Resolución 3296/22 en mayo de 2007: “No se pudo acreditar o establecer infracciones de carácter estatutario” ante la solicitud de la Asociación Americana de Juristas (Valparaíso) que presentó un recurso de desconocimiento de la personalidad jurídica contra la Fundación. Existen estatutos originales redactados por Neruda para su Fundación, donde especifica que el directorio debe estar integrado por representantes de la Universidad de Chile, de la U Católica y la U Técnica del Estado (USACH) y por los dirigentes de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) más dos personas de confianza de Neruda (que podría destinar el Ministerio de Cultura, entre dos nerudólogos). Hoy día el directorio “vitalicio” incluye sólo a los cuatro íntimos de Juan Agustín Figueroa. Y al Ministerio de Justicia no le interesa que una “asociación sin fines de lucro” evada impuestos, cometa toda una serie de negligencias, falsificaciones e invierta “con fines de lucro” 2.3 millones de dólares al pinochetismo. ¿Fundación Neruda y narcotráfico? Es lo de menos. El día que se retire la inversión de la Fundación Neruda junto a Ricardo Claro, será un castigo y un juicio moral contra el terrorista de Estado chileno.
Link su Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=53569
I commenti sono disabilitati.