Doña Soledad,
que tocas a mi cuarto
que te puedo yo ofrecer
en cambio del cuento tierno de tu historia?
Doña Soledad,
recorriendo juntas caminos de fuego
entre versos del alma de quien amó
y que por amar murió y sin embargo murió amando y quizá por eso amando todavía más,
entre suspiros de quien no alcanzó a ver más la luz
y que quien sabe si murió por desear la luz,
entre los hojos de miles y miles de hijos matados por el poder
y que fueron matados simplemente por desear de no dejarte sola,
Doña Soledad.
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