Marcha en Neuquén
La casa negra
Una multitud marchó hasta la sede la gobernación para expresar un contundente nunca más a la represión. Los maestros pintaron de negro las puertas y ventanas de la casa de gobierno en señal de luto. La principal oradora del acto fue Sandra, la viuda del profesor asesinado, quien sintetizó: “La orden del señor gobernador fue como jalar el gatillo”. La historia de este reclamo docente, que sigue cosechando palos en Salta y Santa Cruz.
La gobernación neuquina merece ser rebautizada. A partir de hoy podría llamarse la Casa Negra. Esta mañana, decenas de maestros pintaron de ese color sus puertas y ventanas en señal de luto, por el asesinato de su colega Carlos Fuentealba, ejecutado por la espalda y a quemarropas por la policía provincial el miércoles pasado, cuando se replegaba de un corte de ruta. Esos mismos docentes, mate en mano, armaron ranchadas en cada una de las puertas del edificio para mantener bloqueado el acceso a los funcionarios públicos. Prometen que allí harán guardias rotativas hasta que renuncien los responsables políticos de la muerte del profesor de química. Y para Sandra Rodríguez, la viuda de Fuentealba, no hay dudas de quien debe calzarse el sayo: “Para mí, la orden del señor gobernador fue como jalar el gatillo”, dijo . “(A Jorge Sobisch) le cabe renunciar –completó-, es su deber moral hacerlo”.
Rodríguez habló en el acto central que se realizó en Neuquen para repudiar el asesinato de su marido. Ofreció un discurso tan conmovedor como contundente, que la convirtió en la principal oradora del palco montado en Plaza Roca, frente a la Casa Negra. La mujer estaba rodeada de decenas de maestros que vestían remeras blancas, con la estampa de su compañero fallecido y la leyenda: “Las tizas no se manchan con sangre”, una consigna que este lunes recorrió el país entero, como en ninguna otra marcha de protesta durante el gobierno de Néstor Kirchner.
“Carlos me enseñó a no bajar los brazos. Te lo digo a vos, mi amor, no los estoy bajando”, pronunció Rodríguez con el último hilo de voz que le quedaba. Las lágrimas comenzaron a asomar, así como en buena parte de las 25.000 personas que la escuchaban con atención. Fue el cierre de una concentración de dolor y de bronca. La columna de manifestantes llegó a extenderse a lo largo de 22 cuadras. Fue encabezada por la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquen, partió de la Plaza San Martín, llegó a la ruta 22 y pegó la vuelta hasta la Casa Negra. Familias enteras, estudiantes, jubilados, organizaciones gremiales, políticas y sociales acompañaron a los maestros, aplaudidos a su paso por los vecinos desde calles y balcones.
La solidaridad con el gremio docente fue in crescendo desde la represión policial que terminó con la vida de Fuentealba. Refloreció la consigna“que se vayan todos” y proliferaron escraches a comisarías y locales partidarios que promueven la candidatura presidencial de Sobisch. Mientras el docente todavía agonizaba en el hospital, en la localidad de San Martín de los Andes, por poner sólo un ejemplo del clima social local, se realizó una asamblea de vecinos autoconvocados que exigió la renuncia de todo los funcionarios locales que firmaron solicitadas en contra de los cortes de rutas de los maestros. El intendente se vio obligado a exigirle la dimisión a su propio hermano.
Las solicitadas jugaron un papel trascendental en este conflicto. Los docentes neuquinos están en conflicto desde fines del año pasado y en paro ininterrumpido desde el último 5 de marzo. El gobierno de Jorge Sobisch –un menemista tardío- había apostado al desgaste gremial, ignorando el reclamo y cerrando cualquier canal de diálogo. Los maestros, entonces, comenzaron a subirle el tono a las medidas de fuerza. Llegaron a cortar hasta cinco rutas al mismo tiempo o los puentes interprovinciales que unen Neuquen con Río Negro. Hasta que llegó el día en que realizaron el corte en Arroyito –más precisamente en la intersección de las rutas 22 y 237, a 40 minutos de la capital provincial-, un lugar clave para el tránsito turístico y el comercio de los combustibles. Los días previos a este piquete, las cámaras comerciales locales publicaron en todos los diarios solicitadas acusando a los docentes de intolerantes y antidemocráticos. Además, elevaron fuertes reclamos a un gobierno que se ufanaba de no tener piquetes en su territorio, no tanto por el bienestar general de la población sino por la efectividad de la represión de la protesta social que ejercía. Sobisch intentó aislar a los docentes publicando algunos recibos de sueldo en los diarios. Y a continuación, reprimió en un sitio que –dicen quienes lo conocen- no deja escapatoria a los manifestantes. El resultado de este coktail está a la vista.
Lo intolerable
“Lo fusilaron”, resumió Sandra Rodríguez: le tiraron a centímetros de distancia una granada de gas lacrimógeno haciéndole estallar la cabeza al maestro. Los médicos que lo atendieron compararon su herida con la que puede ocasionar una caída desde un quinto piso.
Después de la manifestación de hoy, los docentes neuquinos no sólo acamparon en las puertas de la Casa Negra, sino que también volvieron a cortar los puentes interprovinciales que unen Neuquen con Río Negro. “Esto ya no es un conflicto gremial, que se soluciona con un aumento salarial, sintetizó Raúl Godoy, un miembro de la fábrica de cerámicas recuperada Zanón, que se encontraba en la cabecera de la marcha. Coincidían con él numerosos miembros de la Multisectorial que reúne a trabajadores de la salud, de la educación, desocupados, camioneros y otras organizaciones sociales que se movilizaron en solidaridad con el gremio docente. “Ahora la cuestión está planteada en terminar con este tipo de políticas que apelan a la represión para sofocar los conflictos sociales”, completaba El Vasco Irurzun, integrante del Movimiento de Descubrimiento y Dignidad de Allen y Cipolletti.
La Multisectorial de Neuquén ve ahora el momento propicio para asestarle a Sobisch el golpe de gracia. Sin embargo, ninguno quiere gastar a cuenta: nadie desprecia el poder que acumuló el gobernador ni las relaciones que tejió tanto con el empresariado local como con las empresas multinacionales que explotan las riquezas provinciales. Tampoco el peso de la estructura del Movimiento Popular Neuquino, la fuerza política que lo llevó al poder.
Dice Irurzun: “Más allá de que Sobisch renuncié o no, acá lo que está claro es que la sociedad no está dispuesta a utilizar la violencia para reprimir la protesta social, no quiere volver para atrás. Esto también se une a la desaparición de Julio López. Son opciones políticas que para la mayoría ya resultan intolerables”.
Gases en Salta, Gendarmería en Santa Cruz
Al mismo tiempo que Irurzun formulaba estas opiniones, la policía de la provincia de Salta reprimía con gases lacrimógenos, golpes y empujones, a los maestros que se manifestaban en esa provincia para solidarizarse con sus colegas neuquinos. Los docentes salteños atraviesan un conflicto similar al de los neuquinos. Lo mismo ocurre con sus colegas santacruceños. En la provincia del presidente la Gendarmería Nacional impide al actividad gremial en los colegios. Las tres provincias hoy presentan una macroeconomía floreciente debido a que sus principales ingresos se vinculan con las regalías petroleras, en un momento donde el oro negro presenta los precios más altos de la historia.
ATEN criticó a la CTERA, la central nacional de trabajadores de la educación, por su falta de reacción ante estas situaciones de represión. El gremio neuquino, es uno de los más combativos dentro de las organizaciones docentes. Aún en los 90, cuando el repliegue sindical caracterizaba el escenario político, se opuso con vehemencia a la Ley Federal de Educación y otros hitos menemistas. Fue en una de esas manifestaciones de protesta donde murió asesinada, hace diez años, Teresa Rodríguez, una empleada doméstica que pasaba azarosamente por el lugar. Aunque pericias del Instituto Balzeiro demostraron que el disparo mortal provino de la policía, nadie fue condenado por el crimen. En el caso de Fuentealba ya está detenido el cabo primero José Darío Poblete, quien tiene una condena en firme por apremios ilegales, otra en la Cámara de Casación por vejaciones y también fue denunciado por amenazas por su propia pareja. Ahora está acusado por homicidio simple, delito por el cual debería pasar hasta 25 años en prisión. Sin embargo, todavía no hay actuaciones sobre las responsabilidades políticas del asesinato del profesor de química.