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Colombia: una fosa común D.O.C.
Di Annalisa (del 26/07/2010 @ 20:48:35, in Colombia, linkato 1190 volte)

Un cementerio inmenso. Es la  "fosa común más grande de América Latina", como la definieron desde meses, o sea desde cuando fue descubierta a principios de este año en el municipio de La Macarena, región del Meta, en Colombia.
 
Ahora  por fin se trata de  una fosa D.O.C. como le decimos en Italia a los productos cuya calidad es atestiguada  por un título de Denominación de Origen Controlada. Su existencia finalmente ha sido certificada por una delegación de observadores internacionales integrada  por parlamentarios de Europa y de EE.UU quienes han testimoniado que lo  que iban denunciando los pobladores de La Macarena era la verdad.  
 
En Colombia, la democrática Colombia, (nada que ver con esa cueva de  dictadores y  mala gente, como son Venezuela y Cuba) resulta que si  por ejemplo los residentes de una comunidad  denuncian la presencia de un enorme  "cementerio clandestino", donde fémures y costillas surgen de  todas partes y donde los perros y los buitres van  de comida,  se  necesita además  que  una delegación completa de observadores internacionales llegue del otro lado del planeta para confirmarlo.
 
Ocurre   también que  después de la visita de estos observadores, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia declare que no  hay fosas comunes en el área y que incluso  el más importante  periódico del país, El Tiempo, cuyos mayores accionistas son tanto el  neo electo presidente Juan Manuel Santos y ex ministro de Defensa, tanto su primo, el  actual vicepresidente Francisco Santos,   ignore completamente la noticia.
 
En La Macarena  también ocurre  que  a los dos lados del  "cementerio clandestino"  haya respectivamente una base militar y un pequeño aeropuerto. Y ocurrió que casualmente los campesinos ineptos en vez de zapar la tierra hayan visto decenas de cadáveres tirados a la cercana fosa por helicópteros.  
 
Todo esto no fue suficiente en Colombia para que  el país tuviera  derecho a una investigación seria con el objetivo de buscar la verdad, se necesitaron decenas de observadores internacionales que dieran  voz a la  denuncia presentada en enero por los campesinos de La Macarena. Se cree que haya  dos mil cadáveres enterrados en este cementerio. O al menos los que queda de ellos. Ningún problema por el gobierno, no son personas, "son guerrilleros caídos en combate" han declarado fuentes oficiales.
 
Demasiado  esfuerzo para identificarlos  y darles digna  y adecuada sepultura.  Además no son tantos,  "solamente " 400, declararon miembros del ejército y fuentes del gobierno. Y ni siquiera enteros ya que por estos lados se acostumbra desmembrar los cuerpos de los muertos como  práctica de entrenamiento militar,  o paramilitar, que luego es  lo mismo. Detalles.
 
Como un detalle insignificante parece ser el hecho de que se trate verdaderamente de guerrilleros caídos en combate. Se rumorea  que   se trata de  opositores políticos o de  campesinos del lugar. Vieja historia,  siempre la misma, la de los adversarios políticos que desaparecen  en Colombia.  
En este país civilizado se  descubrió  que  el ejército acostumbra matar  a personas  inocentes, jóvenes  atraídos por la propuesta  de un trabajo, después de haberlos llevados  cientos de kilómetros lejos de la  casa,  después de haberle puesto un arma en las manos y vestidos con un uniforme de las FARC de manera que fueran presentados como guerrilleros caídos en combate.
 
Un carnaval macabro  para obtener  promociones,  premios y concesión de licencias, así como más dinero por el  Plan Colombia. 
 
Los llamaron  falsos positivos  y es un  engañoso nombre,  ya que   aunque se trate a todos los efectos de ejecuciones extrajudiciales o desapariciones forzadas, el término falso positivo no identifica inmediatamente estos crímenes de Estado por los que un  país arriesga una  condena por crímenes de lesa humanidad por los tribunales internacionales.
  
Un falso positivo es un invento del  cual  Colombia tiene la patente,   chocante y paradójica en su crueldad, digna  del realismo mágico que  este país  le dio gran contribución con  las obras de Gabriel  García Márquez.
Dice el gran escritor colombiano que en el mundo que ha tratado de representar en sus novelas, no hay división entre lo que parece real y lo que parece fantasía. En Colombia, incluso los peores crímenes parecen ser obras de fantasía tan son surrealistas.
 
Sólo en Colombia se usan motosierras pasa hacer masacres o se juega al  fútbol con las cabezas de los muertos, mientras que en el aire voltean  los helicópteros del ejército.  
 
La fosa  de La Macarena bien puede ser ahora  aquella en donde  el pueblo colombiano pueda encontrar la  fuerza y el coraje para echar por fin,  junto con los restos de los dos mil cuerpos sin nombres y sin rostros  comidos  por los gusanos,   lo que queda de la farsa que la opinión pública internacional insiste en llamar  "democracia colombiana".
 
Hace unos días celebramos el Bicentenario del Grito de Independencia en Colombia.  Marcharon animados  por un  orgullo nacional noble y grande,  como  400 mil personas en las calles de Bogotá.
 
No me gustan las conmemoraciones. Menos aún cuando se conmemora un pasado glorioso, bajo el yugo de un presente desastroso e indigno.
 
¡El Grito de la Independencia se debe dar ahora y de una vez!
 
Los colombianos ahora y de una vez deben descubrir  el orgullo pisoteado por una decena de  familias infames que siguen a someterlos a injusticias y violencia. Deben descubrir el orgullo pisoteado, a pesar de aquel Grito de Libertad de hace doscientos años, por  los poderes  extranjeros que utilizan  los políticos locales aún  hoy como títeres  en sus estrategias geopolíticas.
 
¿Qué Independencia  se celebró  en las calles de Bogotá los  días pasados? ¿Qué Patria idealizada se reunió bajo la bandera de Bolívar?
La Marcha Patriótica debería haberse  dirigido hacia  Palacio de Nariño, sede del gobierno del  país y allá en el frente  cavar una gran fosa común donde tirarle adentro todos los  narco-paramilitares que lo habitan al  grito de ¡Colombia Libre!